Conectemos con las personas y enseñémosles a nuestra hijas a tener una comunicación efectiva.
En estos tiempos de pandemia, que nos hemos enfrentado a nuevos retos, hemos visto la necesidad apremiante de mejorar nuestra comunicación porque ésta se ha visto reducida en muchos ámbitos de nuestra vida a solamente “conectarse a través de la pantalla”.
El lenguaje es una facultad innata de la persona. Nuestro lenguaje está influido por la genética, educación, conocimientos adquiridos a lo largo de la vida, nuestra experiencia, medio social y cultura en el que hemos crecido; es decir, el lenguaje habla de lo que somos.
También somos por naturaleza seres sociales y más del 80% del éxito en nuestras relaciones interpersonales son las habilidades de comunicación; en definitiva, el conjunto de nuestro lenguaje verbal y no verbal.
Entender cómo funciona el cerebro y cómo éste procesa la información verbal (palabra) y la no verbal (lenguaje corporal) hace que tú y yo podamos mejorar nuestro lenguaje y por ende establecer una mejor comunicación.
La Neuro-oratoria es la ciencia que se encarga de entender cómo el cerebro procesa la información, ya que éste comienza a trabajar desde el primer momento que una persona se comunica ya sea verbal o corporalmente.
El conocimiento neurocientífico aplicado a lograr una comunicación efectiva, integrada y verdadera tiene un impacto positivo en todas nuestras relaciones ya sean personales o laborales. Es por eso que aprender a comunicarse es fundamental para la vida.
Más del 80% del éxito en nuestras relaciones se basa en nuestras habilidades de comunicación, y cuando nos comunicamos el 50% del impacto está en el lenguaje corporal, el 40% en lo que comunicamos con nuestra voz y el 10% en lo que decimos.
En nuestro lenguaje corporal es importante siempre mostrar una actitud relajada y de apertura, con los brazos sueltos y abiertos; hacer movimientos que muestren acogida, díalogo (manos en posición de recibir) cercanía (acercarnos con el cuerpo y en caso de pequeños, bajarnos a su nivel), atención y escucha (mirar con los ojos).
En nuestra voz va ser importante manejar tres recursos: el volumen que ayuda a despertar los niveles de atención, el ritmo que rompe con la monotonía y las pausas que generan alerta, ya que transmitir una idea entre dos pausas le dá énfasis a la misma.
En el mensaje siempre es importante ser sintéticos y centrarnos en una idea principal, de la que emergen otras; recordemos que menos a veces es más, buscando siempre dar fundamentos y tener una buena estructura lógica.
Pero antes que nada, lo primero a considerar es “mi audiencia”, es decir, a quién me estoy comunicando para poder lograr “conectar”. Y lo primero a comunicar es compromiso:“me interesas”, ya que es la base para la credibilidad.
En un segundo paso hay que lograr empatizar, ¿cómo? Dando lugar a que el otro se empodere de la palabra, en definitiva abrir el diálogo.
Y en este diálogo hay que considerar varios elemento para lograr conectar con las personas y tener una comunicación efectiva:
- Al empezar hay que lograr generar interés y curiosidad: lo que llamaríamos activar el diálogo. Para lo anterior podría servir empezar con una afirmación, una pregunta o una anécdota que toque el registro emocional.
- No hablar por grandes perdidos de tiempo sino dar lugar a la escucha, a la interacción y por lo tanto al diálogo.
- Inyectar el diálogo con humor; el cerebro oxigena mejor cuando se “divierte y ríe”.
- Para habilitar el diálogo hay que recordar que las personas somos más sensibles a las historias. Por esa razón es importante lograr un impacto emocional y conectar: hacer usos de metáforas, recursos simbólicos, descripciones, vivencias, anécdotas y testimonios. Éstos ejercen un gran poder en el cerebro, activan la atención, activan el deseo, refuerzan la decisión y aterrizan lo abstracto.
Logremos así una comunicación efectiva, integral y verdadera que busque la cercanía, cierre las brechas y nos abra a la cultura del diálogo y del encuentro.